Por La Tierra En Chiapas… El Corazón No Se Vence, Historia De La Lucha De Una Comunidad Maya-Tojolabal Para Recuperar Su Nantik

Por la tierra el corazón no se vence. Así los mayas tojolabales de la comunidad de Chiptik (un pueblo ubicado oficialmente en el municipio de Altamirano, Chiapas; aunque en los hechos pertenece al municipio autónomo Vicente Guerrero), quieres por mas de cuarenta anos llevaron a cabo una profunda y compleja lucha contra un terrateniente que llego a concentrar mas de siete mil hectáreas.

Su lucha inicio en el marco de la modificación al Código agrario de 1934, cuando por primera vez se permitió a los peones acasillados solicitar tierras; así, viviendo casi en condiciones de esclavos (los peones eran propiedad de los dueños de las fincas, además de una parte considerable de su trabajo no se retribuía), los tojolabales decidieron emprender el camino que los llevaría a recuperar su tierra, su nantik lu'um, su madre tierra, a quien le deben su vida, su existencia y ser los hombres y mujeres de maíz.

Pero recuperar a sus madre tierra, que también implicaba la defensa de su historia, su pasado, sus raíces y su cultura (porque la tierra contiene a sus muertos, sus lugares sagrados, su memoria), significaba la perdida de control, dominio y poder de los finqueros. Por esto, aliados con diversas estructuras gubernamentales, los terratenientes impidieron el avance de una transformación agraria profunda.

Enmarcado en esta idea de tierra-poder, el dueño de la finca de Chiptik, con el respaldo de las autoridades gubernamentales, decidió emprender diversas acciones y estrategias para impedir que este pueblo maya obtuviera la tierra. Pero no bastando con esto, los responsables en materia agraria entregaron a otras tres comunidades la misma tierra que -después de librar miles de obstáculos- había sido "entregada" a Chiptik. Con este hecho, pretendieron generar profundos problemas comunitarios.

Finalmente, después de cuarenta anos, cuando ya habían muerto varios de los solicitantes, fueron dotados con ¡mil hectáreas menos!