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La incursión y desarrollo de la mujer en ámbitos como el educativo, laboral y social ha ganado espacio en las últimas décadas de manera contundente, logro por demás importante si se toma en cuenta la tradición existente: la mujer sólo debía dedicarse a realizar labores domésticas y familiares; en el campo educativo era más probable observar falta de continuidad y en muchos casos deserción. Aún en algunos espacios, se le ha dado visibilidad únicamente a través del cumplimiento de su rol conyugal y materno. Sin embargo, las diferencias en torno al género afectan tanto a hombres como a mujeres; dominando a unas y reprimiendo las emociones de los otros.
La escuela como espacio formal muestra la complejidad en las relaciones enunciadas, a la vez que abre la oportunidad de resignificar la forma en que hasta ahora nos hemos relacionado. Sustentado en la investigación, se observa que las relaciones de género están cambiando y que las significaciones imaginarias de los maestrantes con respecto al género se van modificando a través del proceso educativo; sobresale la constante búsqueda de la mujer por aparecer y su satisfacción ante la posibilidad de ser.
De tal manera, se afirma que el posgrado es un espacio en que se detona y acelera ese cambio que puede dirigirnos hacia la toma de conciencia y hacia la equidad.
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