Identidad Y Conocimiento, Territorios De La Memoria: Experiencia Intercultural Yoreme Mayo De Sinaloa
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““... surge este “dios” que tiene los caracteres de la memoria, silenciosa enciclopedia de actos (...) cuya forma, en los relatos religiosos, representa tan fielmente la memoria popular de los que no han tenido lugar pero que en cambio han tenido tiempo” (Certeau, 2000: 95).
Los relatos de “aquellos sin lugar” cobran distintos rostros, formas inéditas, diversas y siempre una: recordar que están ahí, que persisten en no olvidar y en no ser olvidados. La memoria resulta un ejercicio de contar en el sentido de relato con distintos registros de la narración y la voz (oral, gráfica, corporal y dancística), contar en el sentido de presencia al ocupar un espacio haciéndolo territorio, contar en el sentido de número al persistir como población registrada. Así, la memoria y la identidad, imbricada con la colectividad y la condición étnica, producen la construcción de las bases materiales de conocimiento de y para la recreación de sí mismos como pueblos indígenas de México y de nuestro continente. La acción de la memoria conlleva a la recreación de “lugares”, a la elaboración inédita de espacios, pues “no tener lugar” nos conduce a imprimir fuerza a “la memoria” para ocupar un espacio y transformar los lugares a través de las figuras narrativas como efectos de la configuración de prácticas.
La intención de este libro es aportar, desde una perspectiva histórica y antropológica, el análisis en torno a los procesos de construcción social del espacio desde la visión del pueblo Yoreme Mayo de Sinaloa, quienes materializan simbólicamente en los elementos que configuran sus enramadas –espacios, recreados para la actividad ritual y dancística–, ubicando sus orientaciones geográficas desde una cartografía cultural, comprensible en el largo trayecto de su historicidad como pueblo, condensada en las dimensiones: espacio-territorio, al ser categorías involucradas en los procesos étnico-identitarios. Esto implica reconocer una experiencia colectiva concreta de aproximación a la definición de espacio-territorio y a la ordenación calendárica que constituyen la construcción social de las prácticas productivas y festivas, muchas veces interpretadas con una mirada en términos folclóricos, al ser visibles como referentes emblemáticos de los pueblos, en este caso “la danza de venado”. En cambio, desde este “otro lugar”, las comprenderemos como procesos de etnogénesis, es decir, como experiencias histórico-políticas en la generación de prácticas y elementos referenciales de conocimiento de “las narrativas”, surgidas desde la memoria colectiva como pueblos y objetivadas en sus prácticas materiales de existencia, lo que constituye formas de significación en la capacidad de “estar” en el mundo.
La discusión sobre identidad y conocimiento conlleva a la necesidad de reconocer los referentes que han producido los propios pueblos indígenas, asumiendo los retos necesarios de afrontar para la construcción de perspectivas pedagógicas y educativas desde visiones interculturales críticas.
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